Cuando se aproxima el final de cada año la nostalgia empieza a asomarse en nuestra vida, y es probable que empieces a cuestionarte sobre si realizaste aquello que habías planeado desde finales del año pasado y si todo aquello que añoraste llegó a tu vida, o… por el contrario, te encuentras ante un panorama completamente distinto a lo que tú te habías imaginado. Como quiera que sea todo aquello que buscabas y pensabas realizar, seguramente decía mucho de ti, de lo que eras, de lo que buscabas ser, de aquello que era o sigue siendo valioso para ti y que, independientemente de lo poco o mucho que hayas logrado, este ejercicio de buscar respuestas ante lo que la vida nos plantea, tiene que ver con continuar el descubrimiento de vivir una vida con sentido.
“El sentido de vida de cada persona es único y personal, es algo que cuando se descubre, nos emociona, nos otorga una dirección, nos da congruencia y como efecto (no como fin) nos permite experimentar placer y plenitud en nuestra vida.“
Hoy quiero compartir contigo las 3 vías a través de las cuales puedes acceder a una vida con sentido y propósito:
- La primera es conectar la razón y el corazón a personas, acciones, eventos y objetos valiosos en nuestra vida: lo valioso debe depositarse en algo para poder palparlo, vivirlo y experimentarlo. No ves la honestidad, ves a personas honestas; no se palpa la bondad si no es a través de actos buenos. Ejecuta acciones que te resulten valiosas, celebra circunstancias que otorguen experiencias de valor como: compartir en navidad, reunirte con tus personas más allegadas en fin de año, celebrar un cumpleaños o graduación por estudios logrados, acompañar y felicitar a un familiar que haya superado una enfermedad complicada, etc. Es disfrutar también de aquello que has logrado con mucho trabajo y dedicación como: comprar una nueva casa, viajar a aquel lugar que siempre quisiste, sentarte en aquel sofá para disfrutar de ese libro que tanto te gusta, etc.
- La segunda vía tiene que ver con identificar que aquello que es valioso, realmente lo es y dirigirte hacia ello: lo que es valioso te atrae, lo que no lo es te empuja. Tu puedes querer ejecutar tu trabajo buscando la excelencia porque eso te llena de satisfacción a ti, ya que ayudas a la organización donde laboras y a la sociedad a través de tus acciones; eso es muy distinto a querer buscar la “perfección” porque le tienes miedo al fracaso, porque la “perfección” es lo único que te hace sentir valioso ante los demás. Quizás estás con alguien porque esa persona te resulta muy valiosa, porque su compañía es agradable, porque a partir de esa relación tu eres mejor persona; eso es una cosa, pero otra sería que estás con tu pareja porque eres incapaz de tomar decisiones por ti mismo(a) o porque no soportas vivir en soledad, aunque eso pudiera ser lo mejor en tu vida; ambos casos se ven iguales, pero no lo son.
- La tercera es comprometernos con la acción ante aquello que consideramos valioso: el propósito sin acción no es propósito y quizás esto sea lo más complicado porque el compromiso implica responsabilidad, la responsabilidad de vivir tu vida y no la de otros, de luchar contra aquello que has tratado cumplir solo porque los demás te lo han dicho o te han querido imponer, implica la valentía para buscar el bien propio y de los demás ante cualquier injusticia, implica el dejar nuestro “viejo yo” para acceder a ese “nuevo yo” que es una mejor versión de nosotros mismos. Vaya tarea titánica luce esta, en una sociedad donde cada vez mas nos despersonalizamos y desconectamos de los demás; pero recuerda, todos somos tripulantes del mismo barco y es mejor estar acompañados en las “tormentas” de la vida.
Entonces, conéctate con lo valioso y deja en este mundo tu huella, aquella huella que le diga a los demás que “esta vida, merece ser vivida”.
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